Trinita, toda una vida como víctima de trata de personas
La trata de personas en Colombia es una situación común que desconocen aún muchos ciudadanos. Visibilizar el problema y denunciar cualquier tipo de comercialización del ser humano, hará la diferencia en sus vidas.
El delito de trata victimiza a niños, jóvenes, adultos y ancianos por igual. Éste es un testimonio real de una víctima de trata de personas por 44 años. Conoce la historia de Trinita:
El día en que Lucía conoció a Trinidad fue hace poco más de una década. En ese entonces, la ingeniera ambiental no advirtió la situación de vulnerabilidad de “Trinita”, una anciana amable y sonriente que frecuentaba el mismo supermercado de Lucía para comprar los víveres, pero en condición de empleada doméstica a los 82 años.
En tantos encuentros de pasillo, Lucía llegó a conocer a Trinita. Escuchó de su boca la historia de su juventud en Pauna, Boyacá, en donde su padre y madrastra la maltrataban. Cansada de las situaciones en casa, la joven Trinidad contactó a un sacerdote en Chinquinquirá quien la ayudó a salir del municipio.
La familia bogotana que la recibió por recomendación del padre fue la de los Navarro, personas que la trataron bien, remuneraron económicamente su trabajo en el hogar y le dieron cada domingo libre para que saliera a divertirse. Fueron tiempos buenos que llegaron a su fin cuando se mudaron a Estados Unidos en 1971. Como consecuencia de esta decisión, Trinita tuvo que acogerse a una nueva familia en el barrio La Soledad.
Su nuevo lugar de trabajo se caracterizaba por la riqueza, era una familia opulenta con empresas a lo largo y ancho de la ciudad y con una hacienda cerca a Jericó en la que se contaban 300 cabezas de ganado. Trinita trabajaba para sus “patrones” y los hijos, preparando las comidas y ayudando en los oficios del hogar.
Cuando el padre de la familia murió, la señora de la casa la llevó a un apartamento en Cedritos, allí continuó con sus labores domésticas, pero en condiciones diferentes:
- Dejó de recibir dinero por su trabajo, su paga se convirtió en el techo y la comida.
- No podía salir del hogar sin autorización y no contaba con días de descanso, solo cinco horas durante la semana.
- El acceso a alimentos era restringido.
- Su derecho a atención médica fue negado.
- Era constantemente agredida por capricho de su explotadora laboral.
Trinita, después de varias décadas, se veía de nuevo en una situación similar a la de su adolescencia. Sin documentos, maltratada, pero aún aferrada al hogar que había conocido durante los últimos 44 años de servicio, soportaba las circunstancias en ese edificio de ostentoso nombre italiano.
Lucía recuerda que no había rencor en el corazón de Trinita, por el contrario, su actitud era amigable con los vecinos, a pesar de las órdenes y prohibiciones para no relacionarse con nadie. En ocasiones encerrada cuando la señora de la familia viajaba en las vacaciones, Trinidad sobrellevaba sus días.
Hubo algunos hechos que marcaron su vida y estadía en un apartamento de abundantes riquezas, pero de propietarios pobres en principios. Los quebrantos en su salud se agudizaron en esa vivienda, su peso no era mayor a los 40 kilos, sus dolores se potenciaron sin el acceso a medicamentos, las heridas producto de una descarga eléctrica no sanaron y no recibió oportuno tratamiento para el cáncer de linfoma de Hodgkin que la dejaba tan débil, como para moverse.
Trinita a sus 82 años no gozaba de una vejez digna y tranquila, como es debido. Era, sin saberlo, una víctima más de trata de personas y trabajo forzoso.
Historias como la de Trinita son más comunes de lo que crees. Si vives o conoces un caso similar, ¡denuncia! Una llamada puede salvar vidas.
* Los nombre y los lugares fueron cambiados por seguridad de los testigos.
Articulo tomado de #EsoEsCuento
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